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Artículo de opinión-Ruinosa inversión


Hoy es 1 de Noviembre y hace 2 meses que aterricé en Alemania. Siempre había tenido la ilusión de vivir en el extranjero, en una gran ciudad, y poder descubrir otra cultura, formar parte de ella, aprender y enriquecerme. Pero cuando hace 2 meses pisé por primera vez el cielo de Berlín lo hice no por placer, o por espíritu emprendedor. Lo hice por necesidad.


Hoy recuerdo con melancolía lo difícil que era ver pasar los días, hasta hace tan poco tiempo, sin nada que hacer, sin ningún proyecto en el que trabajar (soy Arquitecto, por cierto, esa plaga maldita protagonista de esta caprichosa y triste diáspora de nuestro tiempo), viendo cómo las facturas por mi ínfima actividad profesional llegaban puntualmente, pero nadie tocaba a la puerta ofreciendo ninguna oferta.


Y recuerdo también, esta vez con rabia, la promesa engañosa de un futuro prometedor que es la miel en los oídos de todo niño que, con esfuerzo, emplea sus horas en estudiar, aplicarse y aprender.


La rabia no es sólo por la frustración de no poder construir mi propio país. No es, ni tan siquiera, por tener que alejarme de mis seres queridos, de mis aficiones, en definitiva, de mi vida. También me causa rabia pensar que otras personas están aprovechando todo lo que mis padres, mis vecinos, mis compatriotas gastaron para formarme.

Debo disculparme por ser una inversión fallida. Absolutamente ruinosa, de hecho, que, tras años de estudios, una Licenciatura y un Máster ha acabado produciendo en un país que poco hizo por su educación.


Todos estos miles de españoles estamos en esta situación. Exportamos trabajadores cualificados, si, y eso siempre es bueno, pero cuando se hace, como en España ocurre hoy en día, movidos por la desesperación en lugar de por la propia voluntad, lo que fracasa no es una inversión. Ni tan siquiera una persona. Lo que verdaderamente fracasa es un país.


Siento ser, como muchos otros, la muestra viviente del fracaso de la sociedad que me educó. Y siento cada día tener que saludar por obligación con un Guten Tag, en lugar de un Buenos días, pero este país, pese a todo, por fin me está realizando como persona, algo que todo ciudadano debe tener derecho a pedirle a su propio país.


Mientras el Gobierno de España siga escondiendo la cabeza ante la emigración forzosa, mientras siga negando la desesperación de los miles de españoles, de todas las edades, que nos vemos obligados a expatriarnos, mientras no reconozca el verdadero problema de este cáncer que es el exilio económico, nuestra sociedad seguirá perdiendo activos, seguirá perdiendo ilusiones, y seguirá perdiendo personas. Todo ello lo ganarán otros, buen negocio.


Mientras tanto, yo, como tanta gente, seguirá pidiendo perdón a sus compatriotas por no poder recompensarles todo lo que ellos me han ofrecido.


Cristian García Navalón.

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